Estaba agotada, no habíamos dormido en toda la noche, los pocos sorbos de agua que me habían dado me supieron a gloria. Cristina, nuestra doula, tomó mi mano y me dijo: “Ya falta poco, lo que sigue va a ser muy rápido. Cuando venga la siguiente contracción, empuja fuerte…” Mientras tanto, Irving ponía su mano sobre mi vientre, sientiendo lo que sería la última patadita que el bebé usó para impulsarse hacia fuera. Y esos precisos instantes marcaron un antes y un después en mi vida, ya nunca más sería aquella chica… sin saberlo había nacido dentro de mí una nueva mujer… en ese momento, mi vida, nuestras vidas, cambiaron para siempre.
Y ahí estaba él, sobre mí, mirándome, los tres estábamos cansados, incrédulos, sin entender realmente todo lo que sucedía, sólo vivimos el momento, respirando.
Me sorprendió ver lo pequeño y vivaracho que estabas., recostado sobre mí, levantaste tu cabeza y tenías los ojos muy abiertos., y así, abrazados los tres, empapados, comenzamos nuestro camino juntos.
Desde ese momento, la vida me sorprendió por completo, ni el viaje más exótico y lejano puede compararse con las maravillas que hemos experimentado contigo a lo largo de estos 365 días. Hemos reído, llorado, jugado y crecido contigo; sinceramente eres lo mejor que a tú papá y a mí nos ha pasado. El verte cada día es el mejor regalo que la vida nos pudo dar.
Me siento bendecida e inmensamente dichosa, de haber cumplido un año junto a ustedes, aprendiendo a ser mamá y juntos a ser familia.
Los amo inmensamente! Felicidades a los tres por este primer año juntos.
