Love, life y otras delicias… El milagro parte II

Al anunciar nuestro embarazo a la familia y amigos, inmediatamente algo cambió. Nos veían diferente, nos trataban diferente… era como si de pronto hubiéramos entrado a este círculo selecto del que todo mundo habla pero sólo algunos se atreven a entrar voluntariamente.

Las mujeres me hablaban de “el milagro” y la bendición que habíamos recibido… algunas, “las más grandes” me miraban con ternura, mientras que las más jóvenes me comentaban cosas que honestamente me asustaban.

Conforme fueron pasando las semanas y mi vientre crecía, las emociones también crecían con él., amor, emoción, nerviosismo, miedo, me inundaban con cada día que pasaba; sobre todo porque sabía que para entrar de una vez por todas a este selecto grupo tenía que pasar por algo llamado: “parto”.

Con el fin de acabar con mis miedos, decidí investigar y leer todo acerca de métodos amables para traer un hijo al mundo, tanto para la madre como para el recién nacido… y así fue como me topé con el concepto del parto humanizado y finalmente con el parto en agua.

Tanto Irving como yo, queríamos ser dueños de nuestro parto, formar parte activa en esta experiencia y no sólo ser espectadores de cómo alguien más traería nuestro hijo al mundo.

Idealizaba con estar ambos en la tina y en un clima de total amor y tranquilidad, sacar a mi bebé y enseguida traerlo hacia mi pecho., sin que nada ni nadie interviniera.

Sabía que no sería sencillo, el pensar en tener un parto sin anestesia era inconcebible para muchos… escuché muchos comentarios sobre todo lo malo que podría llegar a ser, o los riesgos… cosas que lo único que hacían era meterme miedo… sin embargo, nosotros estábamos seguros de lo que queríamos y estábamos preparándonos para poder lograrlo.

Para la semana 37, sentí una ligera “gotera”, inmediatamente pensé: “no te preocupes, aún faltan 3 semanas, seguro es falsa alarma”… durante esa semana, recuerdo que estuve muy ocupada, por lo que los cólicos que sentía, no les di importancia.

Y así pasaron 2 días, eran las 4pm de la tarde del viernes y empecé a sentir cólicos más intensos… recuerdo a mi doula decir: “no te preocupes, las primerizas tardan, tú vete al cine…” al cine???? -pensé- chispas! seguro las demás mujeres aguantan muchísimo y yo me estoy quejando con estos coliquitos. ¿cuánto más durará esto? 10 horas? 1 día? según comentarios de las tías y abuelas, algunas habían vivido un trabajo de parto hasta de 40 horas! válgame!!! más vale que me vaya mentalizando porque esto va para largo!

Mi ginecóloga me dijo que le llamara cuando ya tuviera tres contracciones en un lapso de 10 minutos… conforme pasaron las horas mi percepción del tiempo se volvió rara… ya no eran minutos ni horas las que transcurrían, si no contracciones. Vivía una contracción a la vez, respirando para sobrellevarla y si era muy intensa, pensaba en que pasaría pronto.

Así estuve hasta las 3am; cuando se volvieron mucho más intensas, decidí meterme a la regadera y permitir que el agua caliente me relajara y calmara la presión en mi espalda. Irving, mi roca… estuvo siempre ahí, contando el tiempo y checando que siguiera cuerda., sosteniéndome cuando el dolor se intensificaba.  A las 4am, le llamó a la Ginecóloga, y nos dijo que pasaría a checarme a las 6am para ver como iba.

Esas dos horas se me hicieron eternas… trataba de seguir con mis respiraciones y aguantar, pero cada vez las contracciones se hacían mas fuertes… llegó un momento que sentí perfectamente como mi vientre empezó como a vibrar, obligándome a pujar.

Para cuando la Ginecóloga llegó, yo ya tenía nueve centímetros de dilatación!!! Irving me miró con sorpresa y me dijo al oído: “amor, lo lograste, ya pasó lo peor!” enseguida todos se movilizaron para salir rápidamente hacia el hospital.

Tan pronto llegamos, Cristina mi Doula, ya nos estaba esperando, de no haber sido por ella, probablemente se me hubiera salido el chamaco antes de entrar a la tina.

En cuanto entré al agua, el dolor de las contracciones desapareció, me relajé tanto que llegué al punto de quedarme dormida.

Nuestro bebé llegó a nuestras vidas dos semanas antes de lo planeado… así es la vida… se abre paso, sin preguntarnos, y a pesar de lo intempestivo y poco planeado, todo resultó perfecto, mejor de lo que hubiera imaginado…

El traer a Bruno al mundo ha sido de las experiencias más intensas y hermosas que he vivido., que me ha enseñado que la vida es mucho mejor que como la planeamos y es mejor dejarnos llevar, aceptarla como venga y disfrutar el viaje.

Muchas gracias a mi Ginecóloga: Corinne, gracias por aguantar amiga! sé que fue diferente a lo que estás acostumbrada, pero el saberte al pendiente me dió la confianza para seguir. Te quiero Cory!

A mi Doula Cristina, sin tí, la experiencia no hubiera sido la misma! Nos ayudaste muchísimo e hiciste que todo tomara forma, y las cosas se dieron maravillosamente, no imagino que hubiera sido sin tí.

Mariángela, gracias a ti, Bruno tiene en imágenes la historia de su nacimiento, no imagino mejor regalo. Te quiero mucho! Eres la mejor, y agradezco a diario que San Judas te haya puesto en mi camino.

Sin lugar a dudas no pude tener mejor equipo acompañándonos a Irving y a mi.

Guapo, muchas gracias por todo, eres el mejor esposo del mundo, y el verte nacer como papá ha sido increíble. Gracias por vivir conmigo esta aventura llamada vida.

tenia que poner una foto de mi super ginecóloga en acción:

breaker